Juana Castro
Lotófagos
Amsterdam 1998
A
mediodía, por el aire, pasa
el
ángel mudo de los inmigrantes. Todo
se
alza y es un vaho
de
pan recién cocido con aroma
de
flores. En los barrios, los tranvías,
las
ventanas y el metro, cada inmigrante compra
su
flor de cada día y una
ración de pan. Pan moreno, pan alto,
pan
blanco, pan rubio, de centeno o del sur.
Cada
inmigrante huele
su
pan de cada día mientras muerde, una a una
las
irisadas migas
de su
ración de flor.
(De
El extranjero)
María Desposada
Era blanca la boda: un milagro
de espuma, de azahar y de nubes.
Cenicienta esperaba.
Las muchachas regaban cada día
los frágiles cristales de su
himen.
Blancanieves dormía.
Al galope
un azul redentor doraba la
espesura
y la Bella Durmiente erguía su
mirada.
Las vestales danzaban. Y las
viejas mujeres,
en las noches de invierno,
derramaban sus cuentos de
guirnaldas,
de besos y de príncipes.
Era largo el cabello, eran frías
las faldas
por las calles de hombres.
Las fotos de las bodas
irradiaban panales de violines
y era dulce ser cóncava
para el brazo tajante y
musculoso.
La boda les cantaba por el cuerpo
como un mar de conjuros.
Y a la boda se fueron una tarde
con su mística plena. Y cambiaron
la hora de su brújula
por el final feliz de los cuentos
de hadas.
(De Cóncava mujer)
Cáliz
Y
ahora soy
tan
igual a ti, madre,
que
no me reconozco en el cristal
de
este retrato tuyo tan presente.
Si
supieras que todo
lo
que de ti he odiado y maldecía
ahora
en mí lo descubro
tan
exacto y reciente como el cerco
de
una piedra en el agua, repetida.
Vengo
a verte de nuevo.
Tócame, pon mis dedos
aquí
sobre tus llagas, y ábreme
esta
rosa de espinas del costado.
Soy
tan tuya que el mar
tu
voz copia en mi voz para su canto.
Y me
despierto, y en la hora vivo
tu
misma inmensa sed, esa que siempre
en
tus huesos vacíos
irremediable ardiera.
Yo no
soy tu fantasma, quiero
crearte ahora en el filo
de
quien te dio mi ser, resucitada.
De
muerta a muerta dime:
¿Quién amamanta a quién, serpiente mía?
(De No temerás)
Padre
Esta
tarde en el campo piafaban las bestias.
Y yo
me quedé quieta, porque padre
roncaba como cuando,
zagal, dormíamos en la era.
Me
tiró sobre el pasto
de un
golpe, sin palabras. Y aunque hubiera podido
a sus
brazos mi fuerza,
no
quise retirarlo, porque padre
era
padre: él sabría qué hiciera.
Tampoco duró mucho.
Y
piafaban las bestias.
Jabón de sosa
Hervía en la caldera de bronce sobre el fuego.
La
sosa devoraba el saín de la vida
y
ella sola sabía la entraña del milagro.
Inmensa, se enfriaba la tarta
del
color de los ríos,
para
luego cortarla
en
cuadrados pedazos aromados de limpio.
Hoy
que ella se muere como se ha muerto el rito,
una
niña recoge del cauce de un arroyo
el
fruto de una piedra: arena y tosca y ocre,
cómo
sabe su frío a la orfandad del labio.
(De
Del color de los ríos)
Penélope
Kabul
Pajarillo enjaulado, me han quitado los ojos
y
tengo una cuadrícula
calcada sobre el mundo.
Ni mi
propio sudor me pertenece.
Espera en la antesala, me dicen, y entrelazo
mis
manos mientras cubro de envidia
las
cabras que en el monte ramonean.
Ciega
de historia y lino
me
pierdo entre las sombras
y a
tientas voy contando
la
luz del mediodía.
Noche
mía del fardo
que
sin luces me arroja
la
esperanza del tiempo
engastado en la letra. Noche mía, mi luz
cuadriculada en negro, cómo pesa
mi
manto y su bordado, cuánto tarda
la
paz negra del cielo, cuánto tarda.
(De
El extranjero)
Pañuelos
En un
golpe de aire los papeles
han
salido volando, y esparcen por el suelo
su
forma de blancura.
Campo
seco, sembrado
de
rectángulos tersos,
limpias lenguas de sombra.
-Mis
pañuelos son otros. De batista y de lino,
descansan sobre el pasto -sus vainicas aladas-
y a
mis manos reciben
su
perfección de agua.
Escritura caída.
Pañuelos
y pañuelos,
vida
mía, palabra.
(De
Del color de los ríos)
JUANA CASTRO.
Villanueva de
Córdoba, España, 1945. Poeta, crítica literaria, articulista.
Académica correspondiente de la Real Academia de Córdoba. Libros:
Cóncava mujer, Córdoba 1978, 2ª edición müsu, Córdoba 2004;
Del dolor y las alas, Villanueva de
Córdoba 1982; Paranoia en otoño,
Valdepeñas 1985; Narcisia, Taifa Poesía, Barcelona 1986;
Arte de cetrería, Diputación de Huelva 1989, 2ª edición La
Palma, Madrid 2004; Alta traición, Jorge Huertas Editor,
Fernán Núñez 1990; Fisterra, Libertarias-Prodhufi, Madrid 1992;
No temerás, Torremozas, Madrid 1994; Del color
de los ríos, Esquío, El Ferrol 2000; El
extranjero, Adonais Rialp, Madrid 2000; La jaula de los
mil pájaros, Málaga 2004; Alada mía. Antología 1978-1995,
Córdoba 1995; Pañuelos del aire, Cajasur, Córdoba 2004; en
italiano Venere allo specchio, Bari 1988; Volo
cieco, Levante Editori, Bari 1990; Memoria della
luce, Levante Editori, Bari 1996, traducción de Emilio Coco;
Calice, Via del Vento, Pistoia 2001, traducción de Alessandro
Ghignoli. En prosa Valium 5 para una
naranjada, Córdoba, 1990.
Sobre su obra se han
publicado los estudios Temática y pensamiento en la poesía de Juana
Castro, Encarna Garzón García, Córdoba 1996 y Sujeto femenino y
palabra poética. Estudios críticos de la poesía de Juana Castro,
Sharon Keefe Ugalde y VV. AA., Diputación de Córdoba 2002.
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