EDDA ARMAS
(Caracas, Venezuela, 1957)
de En bicicleta
(Premio de la XIV Bienal Literaria J.A. Ramos Sucre, Mención Poesía,
Caracas, 2004)
OJO
DE PEZ
La
habitación centra. Entramos a desnudar los mismos
cuerpos de la calle, exhaustos. Miras y enfocas
a
través del lente de la cámara para distanciar la perspectiva
del
ojo hueco. El desenfoque nos asoma a la pregunta.
Las
preguntas pretenden convertirse en el portarretrato
de la
nostalgia.
Dentro
de una hora esta luminosidad será agredida.
Partitura de movimientos interrumpidos. Cámara baja.
Revelas. Existe un negativo. Ojo de pez sobre las rocas
enfrentadas al sol y a la infinitud de la relación que somos.
La
mano que curva, y curva tan drásticamente sus
dedos
en busca del ángulo, del encuadre,
de la
nitidez, del fondo para la escena, es la misma
que me
acaricia. Aferrada a la máquina persigue
mis
intenciones, mi intimidad, mi dramatismo,
a
través del ojo de pez. La cámara interior reserva
el
color del atardecer al apetito que nos ofrece
la
piel más descarnada.
CUANDO LA CAJA ESTÁ EN NUESTRAS MANOS
Me
detuve instintivamente ante la caja, pequeña,
con
letras en rojo por uno de sus lados y un cordón
beige
bien anudado. Allí mi nombre me buscaba.
Intensidad en mis manos. Ella para abrirla. Antes
intuir
el valor de su contenido, su densidad, su forma,
olor,
texturas o significado. ¿quién la dejó a la saga
de la
noche en nuestra cercanía?
Es
sólo un recuerdo, como lo áspero de la grama.
Hundido en ella graba texturando la piel de la
espalda, de los brazos o las piernas.
Relieves y marrones conjugándose con los sepias
del
gamelote que salvajemente crece en la cuneta
de la
vía rápida y las espigas rosadas mecen la vista
sobre
el cerro de El Ávila cuando el auto en el que
viajamos aumenta su velocidad, y todo allí en esa
montaña se mueve, se mueve a las seis de la tarde.
Está
conmigo y he de abrirla. Aún la miro. Me agita,
nudos
del mecatillo, áspero como la grama, seducible.
La
hoja verde se torna amarilla paulatinamente,
y no
ocurre de un día a otro, no.
Su
pigmentación va degradándose, su interior se transforma
y se
hace visible su cambio; su grano, su tono macerado,
aumento de la cavidad interior, y las texturas que puedes palpar.
¿Has
observado el brote de una nueva hoja en la planta?
Primero el grano, la insinuación de la espiga en un envoltorio
de
transparencias. Abrirse, asomarse, extenderse vegetal
y
tenso. Abertura en ritmos pares, peciolados,
una
hoja de helecho es perfecta para esta descripción.
Asómate a ella, mírala.
Quien
se mueve ante ella, lateral, y en su frente
y su
retaguardia es uno. Su inmovilidad está subrayada,
es
absoluta. Tómala. Es, repentinamente, cuando la caja
está
en nuestras manos, en el oportuno momento que
debemos asumirla y espiarnos en el intento de tomarla
y
abrirla, que pensamos y decidimos nuestra acción.
Certero o preciso acto que toma en cuenta
todas
las circunstancias. Lo más simple nos enfrenta
a la
decisión. Aún la miro.
MADRUGADA SIN DORMIR
Me
enturbio ajándome la falda por esa mirada incesante
y
continua desde el vagón de metro detenido y la próxima
estación cerrándonos el paso. Ese, el que desconocemos
con la
luz encendida. Distancia herida, puerta automática
contando las veces de alcanzar el tren sin tener que correr.
Quizás
este libro te atraiga desde su inicio o te montes en
el
vagón del medio, tal vez ocurra. Casi todo tiene un ritmo,
una
acera, un espaciomenor. ¿Por qué has caminado hoy,
así
con tanta lluvia y sombras contigo? Detengo la lectura.
El
perro fiel ladra la aparición de la luna creciente sobre
nuestras cabezas. ¿Cuántas cuadras caminaste con los
malabares en las mano? El perro fiel ladra la medianía.
La
sombra alcanza su cuerpo. ¿Quieres un café negro,
con o
sin miel? Mencioné lo distante que estamos de la
próxima estación y lo sé, en la tuya, en la mía, en la forma
en que
la respiración nos atrapa de madrugada sin dormirnos.
CUADERNO DE VIAJES
Llueve. Tengo que salir. Debo ir al correo. Mis zapatos se
mueven, sobre la calle, pasan la acera, caminan el césped.
Me
inclino sobre el muro y llamo. Me detengo a mirar al
que
enciende un tabaco con lentos movimientos de la viva
llama
alrededor de la punta gruesa alertando con la chispa
del
escándalo mientras el olor nos llega. De dónde vino,
quién
es, qué oficio tiene. El que llega. El que se destierra.
Dicen
que es irlandés. Llegó en agosto con la temperancia
de las
torrentes lluvias que arrasan los techos del vecindario.
Llegó
solo, cargando sus baúles. ¿Tendrá acaso un cuaderno
de
viajes; una bitácora de su vida errátil?
Me
coloco la máscara. Anclajes. Debo memorizarlo todo.
No
toquen la puerta, ensayaré toda la tarde. Anudo la cinta
roja
del sombrero para que el viento no lo derribe. Escena.
¿Dónde
el libreto? ¿Qué sigue? ¿Qué digo ahora?
Pájaro
cantas. Despiertas el dorado. Brisa balancea lo verde,
extiende el azul ante las piernas del hombre y la mujer
mientras la llama aviva la tierra y reinicia el orden infinito.
ELLAS HAN SALIDO A DAR UN PASEO HASTA LA ORILLA
La
historia no quiere retomarse porque tú no envías noticias.
Ni una
ni otra y mi incertidumbre y mi hambre son sentidas
y ya
no sé explicarles lo que ocurre.
Les he
dicho que aún son pocos días para que hubiese llegado
una
carta; que el correo demora; que la distancia es relativa;
que
los recuerdos brillantes se suceden desprevenidamente,
pero
no bastan.
Algo
ocurre. Los días parecen eternos con su silencio en la
ocurrencia de este juego que se interrumpe.
Rasguño. Mutilación. Un blanco espacio donde moverse
uno
solo, uno con uno, uno tocando y reconociendo sus orillas,
es
desesperadamente solitario.
Ahora soy
esta movilidad, este concierto. Este intruso precoz.
Dardo
ganado. Las montañas sin embargo no se mueven,
permanecen inconmovibles, inalcanzables con sus heridas.
Alejarse es acercarse lateralmente al núcleo. Ser la vena.
Edda
Armas (Caracas,
1955). Poeta y Psicóloga Social. Desempeña la Secretaría de Asuntos
Internacionales del PEN Venezuela, y coordina el plan editorial de la
Fundación literaria Alfredo Armas Alfonzo. Fue tallerista del CELARG
bajo la guía de los poetas Ludovico Silva, Gonzalo Rojas y Guillermo
Sucre. Es autora de once títulos de poesía, publicados entre 1975 y
2004. Ha recibido el Premio de Poesía “XIV Bienal Literaria J.A.
Ramos Sucre 2002”, siendo jurados Oscar Hahn, José Luis Rivas y
Armando Rojas Guardia, así como el Premio Municipal de Poesía
de la Alcaldía de Caracas en 1995.
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